La voz, esta vez nada menos que la del tenor Mark Padmore, el piano y el cuarteto de cuerda se dan cita en un programa que se inicia con el quinto de los Cuartetos prusianos de Haydn —curiosamente, el que evoca en uno de sus movimientos el ‘Che puro ciel’ del Orfeo de Gluck—, una de las cimas de su obra en el género. Después, La bonne chanson, el bello ciclo de Fauré sobre poemas de Paul Verlaine, en arreglo que presenta al cuarteto como acompañante y que muestra la perfecta adaptación del músico a la poesía que amaba. Vaughan Williams, por su parte, hará lo propio con su admirado Walt Whitman al utilizar en On Wenlock Edge los versos, tan apreciados por los músicos británicos de su época, de Alfred Edward Housman, incluidos en su libro A Shropshire Lad.