Al pianista de Mahón —que ya asomó por Fronteras en la edición anterior junto al guitarrista flamenco Chicuelo— le ha cundido el tiempo portentosamente durante sus treinta y dos años, en los que ha sido capaz de grabar más de medio centenar de discos, pasearse por los auditorios de una treintena de países, debutar en solitario en el Palau de la Música o conquistar hasta en cuatro ocasiones el título de Músico del Año que concede en Cataluña la Asociación de Músicos de Jazz y Música Moderna. Ahora integra a Beethoven en su santoral privado, ese donde ya figuraban desde Jarrett a Ravel, Bley, Gesualdo o Schubert.